Crono, Cronos, o Kronos, como era conocido en Grecia, fue uno de los Titanes que, junto con sus hermanas las Titánides, fueron engendrados por Urano y Gea.
Los Titanes, seres horribles, grotescos, o como nosotros reconoceríamos, Cíclopes, y los Hecatónquiros, gigantes con multitud de cabezas y extremidades.
En el extremo opuesto, las Titánides, modelos de belleza y deidades de la naturaleza.
Urano, avergonzado de sus hijos, los repudió y los mando encerrar en el Tártaro para toda la eternidad. La madre de éstos, Gea, vio ante sus ojos como sus hijos eran marginados y apartados.
Allí, en el Tártaro, un lugar que estaba incluso por debajo del mismísimo Inframundo, donde los que cometían cualquier crimen eran juzgados por Minos, y condenados hasta el fin de los días en aquel lúgubre e insoportable lugar.
Pero Gea, la madre de los Titanes, propuso la idea de derrocar a Urano, el que era el rey de reyes en aquel momento, el propio padre de los Titanes y ala vez marido de Gea.
Crono, el más receloso, frío y calculador de los Titanes, tomó la hoz que le dio su madre y fue en busca de su padre.
Al encontrar a su padre, éste le cortó los testículos, y de la sangre surgieron los Gigantes, las Erinias y las Melias. Mientras que el semen cayó sobre el mar, formándose una espesa espuma de la cuál nació la diosa Afrodita.
Consecuentemente, Crono encerró a su padre en el Tártaro, al igual que hicieron con el, mientras que en su mente la sensación del miedo se apoderaba de él al contemplar a sus hermanos los Titanes, por lo que ellos tuvieron el mismo destino que su progenitor.
De esta forma, Crono se convirtió en el rey de los dioses, y contrajo matrimonio con la diosa Rea, con la cuál tuvo 6 hijos.
Tras una premonición revelada por sus propios padres y en la cuál se anunciaba el mismo destino que había sufrido su padre, Crono devoró a sus hijos, a todos, menos a uno, Zeus.
Pero eso es otra historia que ya contaré, mientras tanto, sólo espero que hayáis disfrutado tanto como yo mientras lees esta historia.
Un fuerte abrazo.
Atentamente, F.Lirola.
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