Ésta famosa expresión que en España es utilizada por quien suele reclamar una silla que ha encontrado vacía, y su antiguo ocupante reclama la misma, es decir, si tu te levantas de tu asiento, lo normal es que llegue alguien y se siente en él, por lo que cuando vuelvas, al pedir tu asiento, lo más probable es que te contesten con esta frase. Aunque se diga "el que se fue a Sevilla, perdió su silla", realmente es el que se fue "de" Sevilla.
Y es que el origen es casi tan divertido como las situaciones a las que se aplica este dicho en la actualidad. Cuando el Arzobispo de Sevilla durante el siglo XV tuvo que acudir a un asunto en Santiago de Compostela (Galicia), no tuvo otra idea que dejar en su lugar a su sobrino, Alfonso I de Fonseca. La comedia empieza cuando el Arzobispo vuelve de su viaje a Sevilla, y se encuentra con su sobrino enfrascado en la idea de no ceder su puesto, el mismo que le encomendó su tío.
Para poder solventar este curioso conflicto, el Arzobispo tuvo que pedir ayuda al mismísimo papa Pío II. Finalmente, el papa tuvo que enviar a la fuerza armada para destituir del cargo al sobrino y devolver el malogrado puesto a su dueño, el Arzobispo de Sevilla, "nuevamente".
Una historia cuanto menos curiosa a la par que divertida, de la que tenemos bastante que aprender, porque más de uno se aprovecha de situaciones similares, así que no olvideis, nadie os querrá más ni pensará más en ustedes que vosotros mismos.
Un saludo, como siempre, un placer escribir para vosotros.
Atte. F. Lirola.
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