9 oct 2014

Aportaciones del arte cristiano oriental

Entre los siglos VI y IX, el naciente estilo bizantino se mezcló con las fórmulas antiguas en Italia e impregnó superficialmente el arte de los reinos bárbaros.

Después de la reconquista de Justiniano en Italia, España meridional y el norte de África, la naciente estética bizantina se extendió al Mediterráneo. Más tarde, en los siglos VIII y IX, la disputa iconoclasta provocó la dispersión de los artistas y una gran difusión del arte de Constantinopla, principalmente a través de copias relativamente fieles.

Mosaico de influencia bizantina, 817 - 824, Capilla de San Zenón (Santa Práxedes, Roma)
Bizancio y Oriente
Las relaciones entre Oriente y Occidente durante la alta edad media son difíciles de definir, dados la escasez de obras que se conservan y el desconocimiento de sus modelos. Sin embargo, a mediados del siglo VI, algunas zonas del perímetro mediterráneo fueron reconquistadas y establecieron estrechas relaciones con los pueblos vecinos, especialmente los pueblos visigodos y lombardos. Los obispados del norte Adriático sometidos a Bizancio -Parenzo (Croacia), Aquilea, Grado, Torcello (Italia)- contribuyeron a difundir en el norte de Italia los cánones estéticos bizantinos hasta la conquista carolingia. Roma seguía siendo un polo de atracción y ciertas obras evidencian la intervención de artistas orientales o autóctonos formados en sus técnicas. Existen algunos manuscritos anglosajones, del siglo VII en adelante, que evidencian esta aportación (Evangelios de Lindisfarne), corroborada por otra parte en la escuela palatina de Carlomagno a principios del siglo IX (Evangelios de la Coronación). Estas contribuciones son evidentes tanto en la arquitectura como en la orfebrería de la España visigoda.

Renovación de la escultura en España e Italia

Capilla Real de Santa María del Valle, siglos VIII - IX (Cividale, norte de Italia)
Durante un siglo VI, la herencia de la antigüedad perduró en el mediterráneo, especialmente en la arquitectura. No obstante, la expansión del Imperio romano de Oriente produjo nuevos intercambios y una relativa estética.
Las representaciones humanas esquematizadas y bidimensionales decoran capiteles y tragaluces en la España visigoda. Los arabescos se multiplicaron en los muros de las iglesias ya fueran interiores o exteriores. (Quintillana de las Viñas, a comienzos del siglo VIII).

El tratamiento en bajorrelieve muestra un abandono deliberado de los cánones antiguos y un rechazo al realismo que debe mucho al arte bizantino. En Italia, los lombardos desarrollaron una estética similar en la escultura, pero la reservaron principalmente para el mobiliario: altar, dosel, cancel. Los artistas formados en el arte Bizancio realizaron mosaicos, estucos y pinturas murales en los que un cierto realismo de tradición helénica convivió con la estética bizantina más inmaterial.

La circulación de objetos
La aportación de Oriente se percibe en gran medida en las obras realizadas probablemente por artistas viajeros: en el norte de Italia, pinturas murales (Castelseprio) y estucos (Cividale); en Roma, mosaicos (Santa Práxedes).

Corona votiva del rey Recesvinto, siglo VIII
(Tesoro de Guarrazar, Museo Arqueológico, Madrid)
Fue principalmente merced a la difusión y la copia de mobiliario que se percibió la impronta oriental. Esta se manifestó especialmente en la orfebrería, con el aprendizaje de ciertas técnicas o la reutilización de joyas en obras locales. Las huellas no son menos evidentes en la pintura manuscrita, donde se manifiestan en copias con mayor o menor grado de fidelidad. El nacimiento de un taller imperial en Aquisgrán, hacia el año 800, ratifica la intervención de pintores orientales formados probablemente en Alejandría. La gran pintura del imperio carolingio del siglo IX estuvo profundamente marcada por esta influencia.













Esto ha sido todo por hoy, espero que os haya gustado, como siempre, y os ayude un poquito más a entender el arte paleocristiano. ¡Saludos!

Atte. 

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