28 ene 2013

Nerón, el sádico poeta.


El último emperador de la trilogía que se ha publicado en “Por el Amor del Art-E”, fue un monstruo sin sentimientos, que no tuvo remordimientos ni siquiera con su propia madre. Aunque se recuerda como el peor de la historia, tal vez no lo sea para muchos, como por ejemplo, para mí. Conozcamos su historia.

 

Nerón Claudio César Augusto Germánico
Lucius Domitius Nero Claudius, conocido como Nerón. Aunque, bajo su gobierno, no se cometieron las cotidianas crueldades de sus antecesores, varias circunstancias confluyeron para hacer de Nerón, el emperador más conocido y el más denigrado de todos. Se estima que esta calificación errónea se relacionaba con el hecho de que, durante su gobierno, murieran decapitados y crucificados los apóstoles Pablo y Pedro, representantes primigenios de aquella nueva religión que había surgido en Palestina, fundada por Jesús de Nazaret. Así, el fin trágico de los apóstoles y el de otros muchos cristianos seguidores, propició la ennegrecida leyenda de Nerón. A partir de este hecho, la historiografía cristiana, lo consideraría como el precursor de las persecuciones posteriores a los seguidores del cristianismo. A continuación, algunas anécdotas:

       Popea (esposa de Nerón) en todos sus viajes se hacia seguir por un rebaño de trescientas burras, que cada mañana eran ordeñadas y así podía llenar su bañera de plata para su hidratante baño matutino.

       Se supone que Nerón fue el inventor del sorbete, mandaba a sus corredores más veloces a que le trajeran nieve de las montañas que luego mezclaba con pulpa de frutas y miel.

       En Constantinopla tras una carrera en el Circo las factiones (animadores de los equipos) se enfrentaron entre sí y hubieron más de tres mil muertos. Calígula y Nerón eran forofos de la factio verde mientras que Vitelio y Caracalla eran seguidores de los azules. Había otros dos equipos, los blancos y los rojos.

       Los cómicos eran muy mal tratados por los Emperadores. Augusto mando azotar a varios actores, Claudio mando decapitar a seis mimos, Calígula y Nerón desterraron varias compañías de actores.

       Agripina tenía una obsesión, que su hijo Nerón fuera emperador. Se decidió por consultar el oráculo y este le contesto: "Tu hijo será emperador. Pero cuando lo sea, asesinará a su madre." Ella contesto: "Que me asesine pues."

       Tres fueron las veces que Nerón intento envenenar a su madre Agripina. Pero esta muy astuta se había tomado el antídoto. Intento que un techo se le cayera encima, pero fue avisada. En un paseo en barca la arrojo al agua, pero llego nadando a la orilla. Envió a un centurión que la golpeó en la cabeza, pero solo logró herirla. Ella se incorporó y se arrancó el vestido diciendo: "Golpea aquí en estos pechos que fueron capaces de amamantar a un monstruo como Nerón."

       Nerón cuando vio a su madre muerta y desnuda dijo: De haber sabido que era tan bella..."

       Nerón no podía soportar que un dios pudiera ser mas poderoso que el, por lo que decidió orinar en una estatua de Cibeles.

       Nerón hacía ejecutar a los espectadores que en sus obras teatrales no aplaudían con entusiasmo.

       Nerón no tuvo valor para suicidarse y tuvo que ser su esclavo Epafrodito, quien empujara la daga para cortarse la garganta.

 

Esta ha sido la tercera y última historia de los tres emperadores más terribles de Roma, ahora, cuál sea peor queda a vuestra elección. Próximamente haré una encuesta para saber vuestra opinión sobre cuál es peor.

 

Un saludo, un placer como siempre.

 

Atentamente, F. Lirola.

27 ene 2013

Caracalla, el sanguinario.


Caracalla fue uno de los emperadores romanos más sanguinarios, pese a que solo reinó seis años, del 211 al 217. Sus atrocidades fueron cansando al pueblo, hasta el punto de colmar la paciencia de su propia guardia, que finalmente acabó con su vida.

Busto de Caracalla
De pequeño se dice que gozaba de carácter amable, afable, honorable, educado y responsable, siendo siempre el ojo derecho de su padre. Hasta tal punto que a los diez años su padre le concedió el título de César Imperator. Pero tras enfermar su padre, el carácter de aquel adorable chico cambió radicalmente.
 
Ya antes del inicio de su mandato al mando del Imperio romano, mostró su crueldad al ordenar a los médicos que apresurasen la muerte de su padre, Septimio Severo, tras resultar este herido en una batalla en Britania en el año 211.
 
Fastidiado de tener que compartir el poder con su hermano Geta, Caracalla le hizo asesinar, condenó a muerte a 20.000 ciudadanos sospechosos de ser partidarios de aquél y aplacó el mal humor de los soldados llenándoles los bolsillos de sestercios.
 
Como Calígula, el hijo de Severo fue conocido por el nombre de una prenda de vestir. Introdujo en Roma una larga capa de estilo galo y de nombre caracallus. En realidad, su nombre era Marco Aurelio Antonino.
 
Cada mañana, al levantarse, el peculiar dignatario quería un oso vivo para conservar los músculos en forma, se sentaba a la mesa con un tigre por comensal y se acostaba con un león durmiendo entre sus garras. Naturalmente con los dientes y uñas limadas (Historia de Roma; Indro Montanelli)
 
El nuevo emperador se negaba a recibir a los senadores que se agolpaban en su antesala, pero era cordial con sus soldados, a los que colmaba de favores. Caracalla disfrutaba de la vida militar y le gustaba que le vieran vestido con uniforme de soldado raso y usando un molino manual para moler su ración de grano hasta convertirla en harina, lo mismo que hacía el resto de los legionarios.
 
Mediante la Constitución Antoniniana, Caracalla extendió la ciudadanía a todos los varones del Imperio, pero solo para aumentar el importe de los impuestos de sucesión, al que solamente los ciudadanos estaban obligados. De política se ocupaba poco. Su verdadera pasión eran la guerra y los.
 
Bajo su gobierno se construyeron en Roma los enormes baños que llevan su nombre, que cubrían 33 acres. Un día se entusiasmó y quiso imitar a Alejandro Magno. Reclutó una falange armada y se dirigió a Persia; pero en los combates se olvidaba de ser general porque se divertía más haciendo de soldado raso y provocando al enemigo en luchas cuerpo a cuerpo.
 
Según el historiador Dión Casio, el emperador romano ordenó a sus soldados que saquearan Alejandría, la segunda ciudad del Imperio, por un delito trivial, y fueron muertas miles de personas, entre ellos niños, ancianos y enfermos (El Imperio Romano. Historia universal; Isaac Asimov)
 
Esos gestos y otros provocaron que, en el 217, Caracalla fuese apuñalado hasta la muerte por un jinete de su propia guardia, cuando se encaminaba a librar otra guerra contra Partia. Apenas tenía 31 años.
 
Tal vez no sea el más sanguinario, eso queda a su juicio, pero sin duda, otro rufián de la misma calaña que Calígula. Ambos emperadores han sido odiados y repudiados por su propio pueblo, hasta nuestros días, en los que hoy conocemos su historia.
 
Espero que hayáis disfrutado con este malhechor, un saludo.

 
Atentamente, F. Lirola.

Los constructores romanos


La mayor innovación artística de los romanos fue su concepción del espacio arquitectónico. Un modelo urbanístico simplificado de la ciudad de Roma –la urbs-, difundido en todo el mundo romano, se trasformó en el símbolo de la civilización.

A principios del siglo II a. C., los romanos recurrieron al uso de la argamasa o cemento para paliar la falta de piedras nobles, así como el mármol. Esta “nueva albañilería” fue la más utilizada durante toda la época romana. Con la llegada de Augusto al poder, tanto el ladrillo crudo como el cocido comenzaron a utilizarse en todas las estructuras, excepto en los muros, en los cuáles se siguió utilizando el cemento, que servía para unir todos los materiales. Las columnas se construían con ladrillos. En la misma línea de tiempo, surge el interés por las bóvedas; la técnica de las bóvedas con clave facilitó la construcción de arcos de triunfo, cúpulas, grandes termas, puentes, acueductos y cloacas. La meticulosidad de los romanos en sus construcciones era exacerbada, como podemos ver en los documentos gráficos que han llegado hasta nuestros días, en los cuáles se representan los procesos de construcción. En contraposición, la mayoría de nombres de aquellos grandes escultores se han perdido.
Tipos de Opus que se empleaban en la creación de edificios


Hasta el siglo II d. C., los muros de los edificios se cubrían con un paramento mármol, estuco o pintura, según se tratase de un espacio público o privado, cuyo motivo creaba una ilusión.



Un urbanismo pensado

La constante remodelación de los espacios públicos en Roma y los lazos que los unían con los espacios privados eran a la vez el resultado del senado y el pueblo romano de regular el urbanismo y de la obligación política del emperador de ofrecer al pueblo obras arquitectónicas monumentales, como arcos de triunfo, circos, anfiteatros y termas.



Durante el periodo imperial, se reguló la construcción privada, como forma de evitar accidentes urbanos como incendios, etc. Roma se convirtió en la referencia de todo el imperio, donde se imitaba la estructura de foro, y a su alrededor los edificios públicos y monumentos. Este modelo se puede observar en la propia España, como en Mérida (teatro), Tarragona (circo, teatro, anfiteatro y foro), Segovia (acueducto) o Lugo (murallas).


Ciudad de Tarraco, actual Tarragona


Sin duda, la organización urbanística era pensada y diseñada para concebirse como un espacio tanto público, como privado y religioso, y que satisficiera las necesidades del pueblo romano. No es de extrañar que grandes rasgos de la civilización romana aún perduren en la actualidad, ya que podríamos decir que son los padres del mundo que hoy conocemos.



Ha sido un placer, como siempre, un saludo a todos mis lectores.



Atentamente, F. Lirola.

26 ene 2013

El imperio romano (II)


“El primer rayo de luz de la mañana rompe la tranquilidad de mi sueño. A pesar de haber dormido, debo reconocer que ha sido un sueño ligero. Padre ya está despierto, lo puedo escuchar tras la pared hablando con madre. Me siento mal por madre, sigue triste por la noticia de padre. Padre entra y me dice:

- Levántate hijo, hoy es un gran día para ti.

- Si padre, enseguida me reúno contigo y con madre.

Cuando llego a la sala, padre sujeta un bol de gachas de trigo, y madre lo observa con los ojos empañados atentamente.

- ¡Aprisa hijo, nos esperan!

Como lo más rápido que puedo y sigo a padre esta la entrada de casa. El sol se alza en el horizonte cegando mis ojos, recién abiertos. Padre avanza, y yo tras él, pensativo, dubitativo también, sin saber muy bien en que me estoy aventurando.

- ¿A dónde nos dirigimos, padre?

- Al Noreste, hijo, al gran puerto de Sicilia, donde los grandes navíos aguardan a los héroes.

Para mi estas palabras estaban vacía, pues nunca había salido de mi aldea, Camarina, así que no sabía a dónde me dirigía.

- Prepárate hijo, los próximos días no serán nada fácil.

 

 

Y que razón tenía padre. 4 días y 3 noches andando, pasando montañas, valles, bosques, ríos. Mi padre siempre me dijo que Sicilia era una isla, y que la tierra donde estaba Roma se antojaba mucho más grande y extensa. Sin lugar a dudas, este va a ser un viaje muy largo.

- Hijo, iremos en barco, porque así tardaremos 5 días menos que si fuéramos por tierra.

- Entonces, ¿Siracusa no es una isla, padre? – pregunté extrañado.

- Por supuesto hijo, pero puedes cruzar un pequeño estrecho que separa nuestra isla de las lejanas tierras de Roma.

- Entiendo, padre.



A la cuarta mañana de partir de Camarina, el sol se alzaba sobre nuestras cabezas y en el horizonte se otea un puerto romano, casi del tamaño de mi aldea. Mucha gente transcurre por sus proximidades. Un mercado se ha levantado alrededor del puerto, en el cuál se comercia con todo, desde trigo, ¡hasta esclavos!

- ¡Padre, padre! ¿Qué le pasa a ese esclavo, se ha quemado? – pregunté sobresaltado.

- ¡No, hijo mío! Son esclavos negros traídos de África, donde el sol es más próximo.

Mi sorpresa era descomunal, nunca había visto un mercado, y mucho menos, esclavos negros. La gran mayoría de cosas que había en el mercado apenas podía decir que eran.
 
 

Al fin, llegamos al puerto, el gran puerto de Sicilia. Un gran navío esta atracado en el, y padre, con semblante serio, se dirige directo a él. En la rampa, está el sacerdote, aguardando nuestra llegada.

- Julio Antonio, esperábamos tu presencia, ya pensaba que no vendrías – dijo con tono bromista el sacerdote.

- Ni los mismos dioses impedirían mi viaje, mi señor.

- Y no lo dudo, Julio. Veo que has venido con vuestro hijo.

- Mi señor – salude cortésmente.

- ¡Vamos, hijo, nos aguarda Roma!

Embarcamos en aquel gran navío, en el cuál nos esperaban 40 hombres, 30 de ellos  remeros y 10 soldados. Padre fue a hablar con un hombre al timón.
 
 

- Julio Antonio, ¡viejo compañero!

- Octavio Augusto, ¡mi viejo amigo! – exclamó mi padre muy entusiasmado.

Ambos se fundieron en un abrazo e intercambiaron sonrisas. Por lo visto, ya fueron compañeros tiempo atrás.

- ¡Julio, hijo mío, acércate!

- Dime, padre.

- Hijo, te presento a Octavio Augusto, un veterano pretoriano, que nos acompañará en su último viaje.

- Es todo un honor, Octavio Augusto. Mi nombre es Julio Marco Quinto, a sus órdenes.

- El honor es mío muchacho, mi alegría fue mucha cuando llegó a mis oídos que el gran Julio Antonio había tenido un descendiente – un brillo brotaba en los ojos del guerrero.

- Octavio, tenemos mucho que hablar, y mucho que decidir también, pues el camino es largo, y peligroso.

- Por supuesto, Julio, dejemos que el muchacho pasee por el navío y disfrute de la brisa del mar.

Ambos luchadores se alejaban a un pequeño compartimento bajo el timón. Octavio Augusto es un hombre alto, corpulento, y supongo que debe pesar al menos como una gran piedra. Barba descuidada, pelo gris y unos músculos tensos forman la fachada de este hombre. Nada que ver con padre.

 

 

 

Llevamos 14 días de viaje en el navío, y aún no termino de acostumbrarme al movimiento de este. He vomitado al menos 2 veces cada día. Padre no para de repetirme que es algo normal y que me acostumbraré. Simplemente, dejo pasar el tiempo.

- ¡Mi señor! ¡Tierra! ¡Tierra en el horizonte, mi señor! – grita un remero despistado.
 
 

En efecto, a lo lejos se podía ver una inmensa isla que ocupaba desde el Este al Oeste. Roma, la capital de nuestro imperio. Padre se acerca rápido a la proa del navío, mira con atención y me dice:

- No olvides este día, porque no será la última vez que se repita.

No supe muy bien que significa esta frase, así que seguí fijando mi mirada en la lejanía, en nuestro destino.

Llegamos a puerto, y bajamos raudos hacía la ciudad. No adentramos en un laberinto de grandes construcciones de piedra, con caminos de piedra, y al fondo, grandes edificios, que según mi padre, son los edificios públicos.
 
 

De repente, ya estamos en un gran claro entre esa masa de piedra a la que llamo Roma.
 
 

- Hijo, esto es el foro, el centro de la ciudad, aquí está toda la actividad de la ciudad. No te pierdas, sería difícil encontrarte.

- No te preocupes padre, yo te sigo.

- Así sea.

 

Y así es como nos perdimos entre la muchedumbre romana, en aquella aventura que empecé en mi pequeña aldea”. 
 
 

25 ene 2013

IV edición de "Términos Artísticos"


La nueva entrega de términos artísticos trae consigo la letra “C”, aunque será en dos partes, la próxima publicada en breve.

Sin más preámbulos, comencemos.


·         Cabrio: Madero colocado paralelamente a los pares de una armadura de tejado para recibir la tablazón.

·         Cabujón: Piedra preciosa de cara superior redondeada y pulida, no tallada en facetas.
 

·         Camafeo: 1. Piedra preciosa con una o varias capas de distinto color, cincelada para formar una figura en relieve. 2. La misma figura tallada.

·         Camafeo, Pintura en: Pintura monocroma que utiliza una gradación de tonos de un mismo color.

·         Cámara oscura: Aparato que proyecta una imagen sobre un soporte, generalmente una placa de vidrio, por medio de un lente o espejo colocado en diagonal; en el siglo XVII fue perfeccionada para ser una caja portátil utilizada como ayuda para el dibujante.
 

·         Campanile o Campanario: Torre exenta de campanario típica de la arquitectura medieval italiana, de planta circular o cuadrada y que en algunas ocasiones presenta arquerías en varios de sus pisos.
 

·         Cancel: Reja, generalmente baja, que en una iglesia separa el presbiterio de la nave.

·         Canon: Modelo de características perfectas; sirve para establecer las proporciones del cuerpo humano conforme a un tipo ideal.

·         Capilla: En una iglesia, parte aislada donde se encuentra un pequeño altar; en un primer momento en torno al ábside, las capillas también se multiplicaban a cada lado de la nave. Si son radiantes, están dispuestas alrededor del coro.

·         Capitel: Remate superior de la columna o de la pilastra, que la corona con forma y ornamentación que varían, según el estilo arquitectónico a que corresponde. Capitel dórico, jónico, corintio y compuesto. Ver Orden.
 

·         Carboncillo: 1. Palillo de madera ligera que, carbonizado, sirve para dibujar. 2. Dibujo realizado con ese palillo.

·         Cariátide: Estatua femenina que sirve de soporte, en lugar de una columna.
 

·         Carolingia: Perteneciente o relativo a Carlomagno, a su dinastía o a su tiempo; tipo de letra minúscula que aparece durante su reinado.

·         Cartela: Adorno generalmente en forma de pergamino con los bordes enrollados que enmarca un espacio central destinado a una inscripción.

·         Cartón: 1. Adorno prominente de la clave del arco romano y de los modillones que suele llevar sobrepuesta una hoja de acanto. 2. Modelo a escala real, dibujado o pintado sobre papel grueso, cartón o tela, para la ejecución de un fresco, un tapiz, un vitral o mosaico.

·         Cartucho: EN el antiguo Egipto, forma oval o elíptica que rodeaba el nombre de un faraón con caracteres jeroglíficos.

·         Cátedra: Asiento del obispo  en su catedral, desde el que preside las celebraciones litúrgicas.

·          Cella: Estancia que alberga la imagen de una divinidad en un templo antiguo.
 

·         Cera: Preparación a base de ceras animales (cera de abeja) o vegetales (cera de carnauba) que, licuada y mezclada con esencias, puede servir como disolvente para los pigmentos coloreados.

·         Cera perdida: Procedimiento utilizado en la fundición de bronces a partir de un molde de cera cubierto por una capa de arcilla. Este molde se calienta para que la cera derretida salga por un orificio y luego se rellena con el metal fundido.

·         Cerámica Material a base de arcilla, al que se agregan elementos no plásticos y fundentes que provocan la vitrificación.

·         Champlevé o excavado: Ver esmalte.

·         Ciborio: 1. Vaso sagrado donde se conservan las hostias consagradas en el tabernáculo. 2. Estructura sobre columnas que remata el altar en las iglesias cristianas.

·         Cimbra: Curvatura interior de un arco o de una bóveda.
 

 

Y esto ha sido todo por esta noche, un saludo a todos mis lectores.

Atentamente, F. Lirola.

24 ene 2013

Calígula, el emperador del terror.


Roma, capital de una de los imperios mas grandes de la historia, fue gobernada por muchos emperadores, algunos mejores que otros. Hoy quiero traeros a uno que no fue de los más queridos, al artífice del “reinado del terror”, como se conoció este breve pero intenso periodo de Roma. Su nombre era Cayo Julio César Augusto Germánico, o como muchos lo conoceréis, Calígula. Una tormentosa historia que ha perdurado en la historia, tal vez como un mito, pero seguro que mas de una de sus fechorías tienen su propia veracidad.


Con sólo tres años, su padre, un gran general germano, se acompañaba del pequeño Cayo para pasar revista a las tropas. Hizo un traje igual que el suyo para el niño, un pequeño traje de general romano para un infante de tres años. Calígula es el diminutivo de las sandalias romanas, las que llevaba el pequeño Cayo César cuando estaba con las tropas.


 Era un hombre feo, débil, lánguido, alto y muy delgado, con todo el cuerpo peludo y además aquejado por la calvicie. Era receloso con todo el mundo y estaba avergonzado de sus defectos físicos. De hecho, ‘César’ significa ‘cabellera’. Calígula odiaba su aspecto físico, y no sólo eso, odiaba a toda la humanidad.

Ya de joven se vestía como el populacho y era un habitual visitante de los prostíbulos. Le daba igual acompañarse con hombres o con mujeres, lo realmente importante para él era disfrutar del sexo con violencia; agrediendo, torturando… mostraba fielmente lo que sería su reinado. El dolor ajeno le causaba placer, disfrutaba con el sufrimiento de los demás. Siendo emperador, cuando torturaba a sus enemigos, siempre se dirigía al verdugo diciendo: ‘hiérele, hiérele y haz sentir la muerte en él’.

 Se casó 5 veces, una de ellas en secreto con su propia hermana. Dos de sus esposas fueron inmediatamente repudiadas y otra murió durante un parto. La cuarta esposa, Milona, se casó con él estando embarazada de ocho meses, y su hija no era de Calígula. Sin embargo, él la trató como si fuese suya. Le encantó esa niña al observar que la pequeña disfrutaba arañando los ojos de los otros bebés. De inmediato la quiso como suya.

En el año 37 el emperador Tiberio entró en coma tras una gran orgía. Ante la muerte del gobernante quedaba como heredero Calígula, su hijo adoptivo. Los legionarios querían que Calígula fuese emperador recordando la figura de su padre, un querido y genial general.

 Y aquí entramos en la leyenda, porque cuando Calígula estaba a punto de ser nombrado emperador, Tiberio inició una leve recuperación. Aprovechando que estaba todavía débil y en la cama, hay quien dice que Calígula ordenó su asesinato, y otros aseguran que fue él mismo quien estranguló a su antecesor. Sea como fuere acabó con él. El mismo Tiberio aseguró en una ocasión haber educado a Calígula para destruir al pueblo romano.

 Con 24 años Calígula fue nombrado emperador, y así empezó un período de 3 años, 10 meses y 8 días conocidos como ‘El imperio del terror’. Borracho de poder, creyó ser Dios. Todos los césares habían sido nombrados dioses tras su muerte, pero él quiso serlo en vida. Sin duda iba a tratarse de un Dios cruel y nefasto para los ciudadanos de Roma.

 Aunque el inicio de su reinado fue bastante tranquilo, algunos meses más tarde, sin saber por qué, entró en una grave crisis. Terribles temblores, mirada fijada en el infinito completamente desenfocada, espuma saliendo a borbotones de la boca… Calígula sufría epilepsia, una enfermedad bastante incomprendida en su época. Muchos creían que el joven emperador estaba a punto de morir. Hasta ese momento su gobierno no era desastroso, incluso había gobernado bien. Se baraja la opción de la encefalitis, de la esquizofrenia y sobre todo de la epilepsia lobulotemporal. Los síntomas de esta última son similares a la esquizofrenia, y la sufrió de por vida. Tras cada ataque era más cruel. No dormía, sólo a veces 3 horas al día en las que su fanática mente no creaba más que terribles pesadillas. Sólo veía monstruosos seres que le pedían que siguiera matando.

 Calígula envidiaba por su fealdad y su calvicie a todos aquellos hombres que tuvieran una poblada melena. Cuando se cruzaba a alguno por la calle ordenaba inmediatamente que lo rapasen. Prohibió bajo pena de muerte la palabra ‘cabra’, porque creía que se parecía a ellas. Peludas y patilargas… si alguien pronunciaba la palabra cabra en su presencia era ejecutado de inmediato.

 Gastó todo el tesoro de Roma en un solo año. Hasta tres mil millones de sestercios en un solo año. Sus excesos eran increíbles; mandó construir un barco con incrustaciones de piedras preciosas para sus paseos. Uno de sus vicios era ingerir perlas. Las disolvía en vinagre y se las bebía.

 Para su caballo Incitatus ordenó construir un establo de mármol con un pesebre de marfil. El animal también fue dotado de grandes joyas. Lo nombró senador en un arranque de locura. Esta es una de las excentricidades más conocidas de Calígula, pero no es de las mayores.

 Al quedarse sin dinero hizo que las prostitutas pagasen impuestos, pero fue más allá. Creó un prostíbulo en palacio, así que no cobraba impuestos porque él era el dueño del negocio.

 En su locura, cada vez que alguien se enriquecía más de lo normal, cada vez que detectaba una gran fortuna, Calígula ordenaba al millonario que lo nombrase su heredero. Cuando alguien nombraba heredero al emperador, no vivía muchos días más desde ese nombramiento, de hecho todos morían de forma inusualmente rápida. Calígula los mandaba asesinar y así todas las fortunas de Roma fueron a parar a sus bolsillos. En Roma el pánico invadía la ciudad, nadie sabía hasta dónde llegaría el demente imperator.

 Para comer sus grandes manjares, traía presos sucios y hambrientos para poder reírse de ellos mientras él devoraba exquisiteces. Pero disfrutaba más con otros métodos… Eran muy comunes las decapitaciones durante las comidas, de hecho se producían casi a diario para júbilo del loco dictador. En una ocasión, mientras comía, hizo cortar las manos de un recluso, y con ellas mandó fabricar con la mayor rapidez una especie de collar o colgante para el mismo preso. Lo hizo pasear ante su mesa mientras se desangraba hasta la muerte.

 Pero no sólo disfrutaba durante las comidas. Como ya he dicho, Calígula disfrutaba con el sexo. Le gustaba especialmente practicarlo delante del verdugo y el torturado. También le encantaba deshacer bodas. El día del enlace aparecía de repente y se apropiaba de la mujer. Si durante un banquete se fijaba en la mujer de algún invitado, la señalaba y se iba a sus aposentos con ella. Si no le complacía lo suficiente ordenaba que se divorciase inmediatamente de su marido.

 Calígula se fijó en su hermana Drusila y concibió un hijo con ella. De hecho, Calígula mantuvo sexo con sus tres hermanas. A dos de ellas las aprisionó, pero se enamoró de Drusila y se casó mediante el rito Tolemaico egipcio, el único que permitía el incesto y tenía una aceptación elevada entre el pueblo romano.

Y nuevamente la locura de Calígula fue demasiado fuerte. Además de epilepsia, sufría importantes ataques de ansiedad. En uno de esos ataques, loco por saber cómo sería su hijo, abrió el vientre de su hermana, embarazada de ocho meses y extrajo el feto de su hijo. Así fue el fin de Drusila y su hijo. Definitivamente la cordura había abandonado al emperador.

 Quienes más lo sufrieron fueron sus propios familiares. Calígula no quería que nadie pudiese hacerle sombra, no estaba dispuesto a permitir que algún posible sucesor o candidato al trono pudiese conspirar contra él, así que se dedicó a eliminar a todos los miembros de su familia que considerase potencialmente peligrosos.

 Era costumbre en Roma saludar al emperador diciendo: ‘yo por ti, emperador, daría mi vida en el circo’. Hasta aquel momento no era más que una cuestión de educación y protocolo, lo que llamaríamos una fórmula de cortesía, pero con Calígula dejó de serlo, porque en muchas ocasiones Calígula tomaba la palabra y enviaba al circo a quien le dijese esa frase. Nobles, generales, aristócratas… acababan en la arena del circo por este motivo. Y es que Calígula disfrutaba enviando a las personalidades del Imperio a las minas, al circo, a construir calzadas… era todo un divertimento para él.

 Una de sus distracciones en el circo era, con la llegada del verano y los días más calurosos, la retirada del toldo que protegía al público del Sol. Así se deleitaba viendo las insolaciones e incluso cómo algunos cuerpos desmayados caían a la arena. También se divertía tirando joyas al público para provocar avalanchas que acababan con decenas de muertos. Especialmente las tiraba entre los senadores, para que la masa humana los devorase y muriesen aplastados.

 Ordenó erigir una gran estatua en su honor y mandó que la vistiesen cada día del mismo modo que él bajo pena de muerte para los obreros si no cumplían sus órdenes a la perfección. Cada día el emperador se cercioraba de que efectivamente se cumpliera su mandato.

 En la inauguración de un puente invitó a las personalidades más relevantes de la ciudad a subir a su barco. Cuando estaba en mitad del río, ordenó a los soldados que los lanzasen al agua. Muchos murieron ahogados, y Calígula ordenó que golpeasen con los remos a quienes intentasen volver a subir. Cientos de personas murieron, la mayor parte de ellas altos cargos políticos. Durante sus 46 meses de reinado fueron asesinados miles y miles de personas.

 Su única campaña militar fue un teatro. No tuvo valor para combatir a los germanos y britanos. Capturó algunos galos y los disfrazó como germanos. El hijo del gran general Germánico era un desastre, una vergüenza. Volvió con más odio que nunca, ejecutando y torturando en tal medida que la guardia pretoriana no pudo soportarlo más. La propia guardia que debía protegerle se conjuró contra él.

 Anécdotas o cosas que hizo durante su mandato:

· Decretó que el día de su coronación como Príncipe se denominara Parília, como si Roma hubiera nacido de nuevo.

· Hizo que abriesen la tumba de Alejandro Magno para coger su coraza, la cual se ponía asíduamente.

· Dio 8.000 sestercios a una criada por ocultar un crimen que había cometido su amo.

· Construyó un puente de 5,3 km. entre Bayas y el dique de Pozzuoli.

· Obligó a pagar impuestos a las prostitutas romanas.

· Mandó traer varias estatuas de los dioses más famosos de Grecia para que les quitaran las cabezas y pusieran la suya.

· No permitió hacer estatuas de nadie que no fuera él.

· Mantuvo relaciones sexuales con tres de sus hermanas.

· Cuando su hermana Drusilla estaba embarazada de 8 meses de él, cansado de esperar cómo sería su hijo, rajó el vientre de Drusilla, acabando con la vida de ella y de su hijo.

· Desposeyó de su magistratura a los cónsules por tres días porque no se habían acordado de su cumpleaños.

· Desautorizó una boda al encapricharse de la novia, con la que después se casó. Posteriormente, al poco tiempo, la repudiaría.

· Capó al gladiador Longino por poseer un pene mayor que el suyo.

· En cualquier celebración elegía la mujer de un amigo y mantenía relaciones sexuales con ella; si no le satisfacía obligaba a su amigo a que se separara de ella.

· A Valerio Catulo le destrozó los riñones en una relación sexual que tuvo con él.

· En sus banquetes ofrecía panes y alimentos de oro.

· Tomaba perlas disueltas con vinagre.

· Se divertía mofándose de los defectos de su tío Claudio.

· Quiso destruir los poemas de Homero y los escritos de Virgilio y Tito Livio por no gustarles lo que escribieron.

· Lanzaba riquezas y tesoros por las calles para que la gente se agolpara en recoger la fortuna y muriera aplastada.

· Gustó siempre de decir frases ingeniosas y graciosas mientras se cometían los crímenes.

· Arrojó a un caballero a las fieras; éste exclamó que era inocente mientras las fieras ya lo acechaban; Calígula mandó sacarlo y pidió que le cortaran la lengua y que de nuevo fuera arrojado con las fieras.

· Hizo descuartizar a un senador y después almacenó en forma de torre los miembros seccionados.

· Le gustaba realizar el acto sexual mientras torturaban a algún preso.

· Algunas veces visitaba la escuela de gladiadores y luchaba con alguno de ellos; la mayoría de las veces los gladiadores caían voluntariamente y Calígula los mataba fríamente. Luego lo celebraba corriendo por la escuela con la palma de oro de los vencedores.

· Obligaba a los padres de sus víctimas contemplar las torturas y ejecuciones de sus hijos.

· A los ciudadanos poco afines los mandaba a las minas, a las fieras, los encerraba en jaulas o los serraba por el medio.

· Cuando besaba a sus esposas en el cuello decía: “Una cabeza tan bella sería arrancada en cuanto yo lo ordenara”.

· Condenó varias veces al pueblo a pasar hambre cerrando los graneros.

· Se creía alter ego del dios Júpiter; por las noches le hablaba diciéndole:” ¡Súbeme, o te hundiré!”. Se creía un dios viviente.

· A su última Milonia Cesonia, su última esposa, la llevaba delante de los soldados desnuda y con escudo y espada mientras montaba un caballo.

‘Que me odien, con tal de que me teman’, ésta era la máxima del emperador.

 Milonia Cesonia fue una noble romana, la última de las cuatro esposas que tuvo el emperador Calígula. Milonia ya había estado casada antes y además tenía ya tres hijos; no era joven ni dotada de gran belleza, pero logró captar la atención del emperador con quien, según Suetonio en su obra “La vida de los Césares”, compartía sus pervertidos gustos. Milonia sucedió a Lolia Paulina, la anterior esposa de Calígula, de quien se había divorciado alegando esterilidad.

 Milonia cumpliría con su deber de emperatriz al dar a luz en el año 39 a la única hija reconocida que tuvo Calígula, llamada Julia Drusilla en honor a la difunta hermana favorita del emperador. Fue por esta época cuando se fraguó un complot en contra del emperador, elaborado por Agripinila y Julia Livia , hermanas de Calígula, con la participación de Marco Emilio Lépido, el viudo de Drusilla.

Milonia murió, al igual que su esposo e hija, de solo dos años, en el mortal complot tramado por Casio Querea en el año 41.

 Finalmente Calígula murió, y acto seguido los pretorianos mataron a su última mujer y su hijo. No quedando sucesores claros, la guardia pretoriana buscó a un sucesor, y el mejor de todos fue Claudio, el tío de Calígula. Lo hallaron llorando escondido en un rincón, intentando salvar su vida. No sólo la salvó, sino que se convirtió en el hombre más poderoso del planeta y en uno de los mejores emperadores de la historia.

 ¿Y por qué Claudio? Si Calígula había exterminado a cualquiera que pudiese sucederle, ¿por qué Claudio, siendo su tío, se mantenía con vida? De toda la dinastía Julia-Claudia era el único superviviente, y estaba vivo porque divertía a Calígula. Era continuamente humillado porque era feo, cojo, medio sordo, tartamudo, tenía tics, continuamente se le caía la baba sin que pudiese evitarlo… a Calígula le encantaba reírse de él a carcajadas, y por ese motivo Claudio se mantuvo con vida en el infierno romano creado por el nefasto y cruel Calígula. Durante más de tres años Claudio fue humillado casi a diario por Calígula, quien disfrutaba enormemente al sentirse físicamente superior. El infierno para Claudio dejó paso al reinado más glorioso que jamás hubiese podido imaginar.

 Bueno chicos y chicas, aquí termino con Calígula, sin duda un tirano en toda regla, pero quizás no sea el peor, el Sábado os traeré a otro emperador igual de demente que el, o peor, quien sabe.

 Un saludo, espero que os haya gustado, un placer como siempre.

 Atentamente, F. Lirola.








Fuente: http://www.bloganavazquez.com/2009/06/10/las-locuras-de-caligula/